Aunque son escasas las investigaciones arqueológicas
llevadas a cabo, hasta el presente, se puede afirmar que el origen del núcleo
urbano de Vejer se remonta a la época del Bronce final (S. IX-VIII a. C.), hace
unos 2.800 años. El primitivo núcleo fortificado se encontraría en la cumbre
del cerro que en época histórica dio lugar al primer recinto amurallado. Muy
cerca del casco urbano se han excavado dos tumbas labradas en cueva artificial
del calcolítico (III-II milenio a. C.). De este mismo periodo son algunos
yacimiento y necrópolis próximas a Vejer. Las excavaciones efectuadas de forma
intensiva en el casco antiguo, tanto en el antiguo convento de la Concepción
como en zonas de la muralla en la C/ Juan Bueno han puesto de manifiesto una
ocupación asimismo ininterrumpida de hábitat urbano desde el Bronce final hasta
la E. Media, pasando por los distintos estadios de los pueblos indígenas, la
influencia de las colonizaciones griega y púnica y la romanización.
Dado que han sido escasas las excavaciones y catas
arqueológicas efectuadas en Vejer, nos preguntamos por su nivel de urbanización
en época histórica, y más en concreto por el largo periodo de adscripción al
Mundo Romano, hace ahora dos mil años. Se han localizado numerosos yacimientos
de época romana en el término actual de Vejer, así como se ha constatado la
existencia de villas y pagos con continuidad de poblamiento, en Patría,
Libreros, Manzanete, San Ambrosio y la Oliva. Parece incuestionable la
ocupación del término durante este periodo histórico, pero desconocemos el
rango político-administrativo que poseía Vejer en lo que más tarde sería su
término municipal. Ciertamente, Vejer y todo su término, dependiente
posiblemente de la romana Asido Caesarina (Medina Sidonia), se encuentra en una
zona de la Baetica altamente romanizada.
Plinio el Viejo en su Historia Natural, en el S.I d. C., nos proporciona los nombres de una serie de ciudades y “oppida” pertenecientes al convento jurídico gaditano. Han sido identificados entre los “oppida” estipendiarias Baesippo (Barbate), próximo a Vejer, ciudad que llegó a acuñar moneda. Existen otros topónimos no identificados plenamente. En nuestra opinión y la de algunos otros investigadores, el “oppidum” de Besaro podría identificarse con el de Vejer. La evolución fonética de este étimo vendría a confirmar nuestra hipótesis: Besaro, topónimo de origen celta, posteriormente aceptado en la lengua latina, daría lugar al árabe Bashir, al romance Beyer y al actual Vejer. El significado del topónimo Besaro abunda en nuestra hipótesis: “lugar fortificado” sobre el curso de un río, río que podría ser el Besilus, río Barbate, que discurre a los pies de la colina de Vejer.
Plinio el Viejo en su Historia Natural, en el S.I d. C., nos proporciona los nombres de una serie de ciudades y “oppida” pertenecientes al convento jurídico gaditano. Han sido identificados entre los “oppida” estipendiarias Baesippo (Barbate), próximo a Vejer, ciudad que llegó a acuñar moneda. Existen otros topónimos no identificados plenamente. En nuestra opinión y la de algunos otros investigadores, el “oppidum” de Besaro podría identificarse con el de Vejer. La evolución fonética de este étimo vendría a confirmar nuestra hipótesis: Besaro, topónimo de origen celta, posteriormente aceptado en la lengua latina, daría lugar al árabe Bashir, al romance Beyer y al actual Vejer. El significado del topónimo Besaro abunda en nuestra hipótesis: “lugar fortificado” sobre el curso de un río, río que podría ser el Besilus, río Barbate, que discurre a los pies de la colina de Vejer.
Aunque el origen del actual Vejer se remonta a un periodo
tan temprano como el Bronce final y su existencia como ciudad fortificada
parece documentarse en época romana, no obstante, lo que consideramos trama
urbana y recinto murado del Vejer actual se debe de conformar, a nuestro
juicio, de modo preciso en el periodo histórico islámico, que se extiende desde
el S. VIII al S.XIII. Como decíamos para el periodo romano, son escasas las
referencias históricas a Bashir. Asimismo, apenas existe una investigación
arqueológica, oficial o académica sobre el periodo islámico. No obstante, son
numerosos los vestigios y huellas del pasado islámico que permiten sostener la
hipótesis de su refundación islámica. Durante todo este periodo, Vejer se
encuentra administrativamente dentro de la Cora de Shaduna, cuya capitalidad
recaía en Medina Ibn As-Salim. De este modo se produce una continuidad con el
periodo romano y visigodo, dado que todo el término de Besaro-Vejer se hallaba,
como se ha dicho, dentro de la influencia de la romana de Asido. Aunque
ignoramos las competencias administrativas y la posible jurisdicción de la
fortaleza de Besaro con respecto a las villas, núcleos y pagos de su término
durante el periodo romano-visigodo, es durante el periodo islámico cuando
Bashir pasa de un mero “castillo” o “hisn” a ser la cabecera de un territorio o
distrito sobre el que ejerce cierta tutela o competencia administrativa, como
se deduce de todas las aldeas que figuran en el Repartimiento castellano de
1288 y 1293.
Así pues, el proceso de su fortificación se debe producir
en el periodo de las invasiones y de la inestabilidad política (del S.VIII al
S. X). Bashir-Vejer debió de ser objeto de asedios y saqueos en este periodo
por parte de los normandos que podían acceder hacia el interior a través del
propio río de Barbate, navegable hasta el pie de Vejer. Por otra parte, la
inestabilidad política durante el emirato cordobés (mediados del S.IX) debe
favorecer la construcción del castillo y del primer recinto amurallado. En el
año 895, el príncipe Motarrif asedia la fortaleza de Vejer y, tras un duro
ataque, derrota a los insurrectos y los somete a la autoridad del Emir omeya.
Las referencias posteriores en lengua árabe corresponden
al periodo de la conquista castellana, última etapa de los almohades y
comienzos de los meriníes. En la primera mitad del S. XIII, último medio siglo
del Vejer islámico, la villa poseía un extenso alfoz con numerosa aldeas, era
rica en cultivos de viñas, olivar, huertas y cereal, tal como se constata en
los Repartimientos castellanos de final del S.XIII.
En este largo periodo que va desde la presencia documentada del príncipe omeya Motarrif, en 895, hasta la conquista castellana, transcurren más de tres siglos y medio. Es precisamente en este largo periodo histórico en el que hay que situar la consolidación de su castillo, la construcción de gran parte de su recinto amurallado, puertas y torres, y gran parte de la trama urbana actual, además de la construcción de numerosas aldeas y otras intervenciones en el medio, como fueron los molinos de agua, las acequias y atarjeas de las huertas, los aljibes, almazaras etc.
En este largo periodo que va desde la presencia documentada del príncipe omeya Motarrif, en 895, hasta la conquista castellana, transcurren más de tres siglos y medio. Es precisamente en este largo periodo histórico en el que hay que situar la consolidación de su castillo, la construcción de gran parte de su recinto amurallado, puertas y torres, y gran parte de la trama urbana actual, además de la construcción de numerosas aldeas y otras intervenciones en el medio, como fueron los molinos de agua, las acequias y atarjeas de las huertas, los aljibes, almazaras etc.
Del medievo cristiano (SS. XIII-XV) hay que destacar la
consolidación de todo el recinto amurallado, sus puertas y torres y la
edificación de los primeros monumentos religiosos, como la Iglesia del Salvador
(parte mudéjar) y posiblemente otras ermitas como la del Rosario, la Veracruz,
Santa Catalina (posterior Merced), la de Clarinas (posterior S. Francisco), Los
Remedios, San Sebastián ... De época medieval son los primeros arrabales que
dan al Sur y al Levante, así como algunas calles o barrios de oficios, como la
de los arrieros, los triperos...
La expansión de Vejer y creación de barrios nuevos, así
como la ampliación del conjunto urbano a la segunda colina se inicia tras la
conquista del Reino de Granada, como consecuencia de su importante crecimiento
demográfico. A partir del XVI se empiezan a poblar y edificar los llamados
barrios nuevos como la Hoya, la Calle Alta, el Algarrobillo, la Laguna y se
crean otros barrios o calles de oficios como la de los yeseros, laneros,
cantareros, corcheros ... A finales del S. XVII o principios del S. XVIII, la
expansión por las laderas y vaguadas entre las dos colinas (la Hoya) y la
ocupación de la segunda colina parece alcanzada.
Un importante hito de su transformación urbana lo marca el
terremoto del 12 de abril de 1773. Este seísmo, que debió de tener su epicentro
próximo al núcleo urbano, ocasiona numerosos daños en el caserío vejeriego y
algunas pequeñas alteraciones en su trama urbana. Donde los efectos fueron más
perjudiciales fue en la calle Judería y sus inmediaciones, especialmente, en el
convento e Iglesia de la Concepción. El movimiento de tierra actuó sobre la
zona fallada de la Judería y, como consecuencia, sobre la parte más débil del
convento de la Concepción.
El Cabildo Municipal de la villa debió destinar cantidades
importantes del fondo de Propios, previa autorización del Intendente de
Sevilla, para múltiples obras de reparación. Una parte importante de la obra
civil se concentró en el entorno del convento de la Concepción y calle de la
Judería. Fue hacia 1775/76, cuando se edificaron los cuatro arcos
-contrafuertes- para entibar el agrietado muro lateral y bóveda del templo
concepcionista que amenazaba ruina. Pero además, el ayuntamiento acudió a
reparar las casas Capitulares, cuyo techo superior se había caído, a sanear la
fuente de la Barca y la ermita de S. Sebastián, al derribo de numerosas
viviendas y al arreglo de calles, entre ellas la cuesta de la Barca. Las
instituciones eclesiásticas tuvieron que atender cada una a sus propios gastos.
La Iglesia Mayor, con cargo a las cuentas de Fábrica, debió aliviar de peso a
la torre y edificar un nuevo chapitel. El convento de la Merced construyó una
nueva espadaña para su iglesia. Los franciscanos y las concepcionistas trataron
de recomponer la techumbre de sus edificios. La Hermandad de la Veracruz se vio
en la necesidad de reducir el edificio de la antigua ermita a sus dimensiones
actuales ante la imposibilidad de su reedificación. Una gran parte del viejo Vejer
había quedado herido de muerte por el movimiento sísmico: más de ciento
cincuenta casas fueron destruidas. Otros edificios, como la Concepción, las
antiguas Casas Capitulares, las ermitas de San Ambrosio y de San Sebastián y,
en parte, las Iglesias de la Merced y de San Francisco jamás se recuperarían.
El terremoto de 1773 señala, en el aspecto urbanístico, el final de una época y el nacimiento del Vejer contemporáneo. De aquel triste evento surgiría el nuevo chapitel de la torre de San Salvador, la espadaña de la Merced y la bella estampa de la Judería con sus arcadas sobre la Iglesia de la Concepción.
El terremoto de 1773 señala, en el aspecto urbanístico, el final de una época y el nacimiento del Vejer contemporáneo. De aquel triste evento surgiría el nuevo chapitel de la torre de San Salvador, la espadaña de la Merced y la bella estampa de la Judería con sus arcadas sobre la Iglesia de la Concepción.
En el tránsito entre el XVIII y XIX, a la par que se
asiste al lento ascenso social de una nueva clase de grandes propietarios
agrarios, se produce el abandono del casco antiguo por parte de la vieja
nobleza local y la lenta ocupación de antiguas casas-palacios por parte de este
nuevo grupo social, activo e inquieto. Es esta nueva clase de grandes
propietarios de la tierra los que adquieren las casas más importantes o
invierten crecidas sumas en la edificación de nueva planta de numerosas
viviendas en las que suele pervivir el patio central y la casa de campo o zona
de servicio para los aperos de labranza y animales de carga. Pero, al mismo
tiempo, se importan estilos regionalistas de moda o se percibe la influencia
del modernismo en rejas y balcones, que se insertan en el entramado antiguo sin
grandes contrastes.